“Me formé como Terapeuta del Alma el año 2020 (momento en el que la pandemia nos removió a todos) y puedo decir que todo el proceso asociado a la formación fue muy nutritivo. Lo anterior no solamente por los contenidos teóricos de cada clase, sino también por lo que representó el gestarnos a nosotros mismos a lo largo de los 9 meses. Mi crecimiento espiritual fue muy profundo gracias a los docentes, pero también gracias a las relaciones con mis compañeros y compañeras. Por último quisiera mencionar que el TDA no solamente nos da una nueva perspectiva de las cosas; también nos ayuda mucho a crecer y a encontrarnos con nuestra esencia que se encuentra muchas veces escondida o apagada por el sistema en el que vivimos. Estoy verdaderamente agradecida.”